En la Sierra Mariscal, una región marcada por grandes carencias en servicios de salud, las Hijas de María Inmaculada de Guadalupe, a través de su ministerio misionero, son una auténtica bendición. Con la ayuda de Santa María de Guadalupe, su presencia se traduce en servicio desinteresado, brindando atención a aquellos que sufren tanto del cuerpo como del alma.
En medio de los enormes retos, estas enfermeras misioneras representan la misericordia de Dios, que se hace tangible en el alivio, el consuelo y la fortaleza que ofrecen. Cada consagrada entrega su vida para ser un faro de esperanza en estas tierras donde el dolor, a menudo causado por abusos y necesidades extremas, requiere no solo de atención material, sino de la profunda presencia de Dios.
Este noble esfuerzo mejora significativamente la calidad de vida de la población, ofreciendo apoyo incondicional en momentos críticos y proporcionando atención médica accesible en una zona donde los recursos son limitados y las necesidades son inmensas. Este servicio es, en esencia, la presencia amorosa de Dios que camina entre su pueblo, aliviando sufrimientos y brindando consuelo
Servicios de Salud San Antonio de Padua es fruto de la infinita misericordia de Dios, quien en su providencia ha inspirado este proyecto para servir a la comunidad de La Grandeza, Chiapas. Esta obra nació del compromiso generoso de los habitantes y bienhechores que, movidos por la gracia divina, aportaron lo necesario para hacer realidad este sueño.
Guiadas por su vocación, las Hermanas Hijas de María Inmaculada de Guadalupe asumieron la misión de brindar atención integral de salud, transformando este lugar en un refugio de consuelo y esperanza. Servicios de Salud San Antonio de Padua es testimonio vivo de la providencia de Dios, que sigue actuando a través del servicio y la solidaridad de quienes desean el bien común.
«Bendito sea el Señor que se dignó valerse de mí para tantas obras. A Él sea dado el honor y la gloria, y que yo no sea ingrato a tanto beneficio». JAP (Ejercicios 1869).
El apostolado de las Hijas de María Inmaculada de Guadalupe como enfermeras y misioneras en Servicios de Salud San Antonio de Padua es una verdadera bendición para la población de la Grandeza y sus alrededores. Cada día, dedican su tiempo, esfuerzo y amor a atender a quienes más lo necesitan, brindando atención médica accesible y, en muchos casos, gratuita.
Su labor va más allá de lo clínico; también ofrecen un acompañamiento espiritual y emocional. En esta misión, no solo proporcionan cuidados médicos, sino que también tienen como prioridad anunciar el evangelio y ser testimonio de la ternura y misericordia de Dios en medio del dolor, siguiendo el ejemplo de Santa María de Guadalupe. Cada gesto de cuidado y compasión se convierte en un signo tangible de la presencia divina, ofreciendo esperanza, consuelo y sanación.
Su dedicación y compromiso no conocen límites ni horarios; responden siempre a la llamada de la misericordia ante las necesidades. Así, recuerdan a la comunidad que, en los momentos más difíciles, siempre hay una mano dispuesta a ayudar y un corazón que se preocupa por ellos.