Nuestra historia

Nuestra Misión es la misma de los Apóstoles: enseñar a amar a Jesucristo, mostrar su rostro misericordioso y llevar su mensaje de paz y esperanza. En Casa Misión Santa María de Guadalupe, inspirados por el amor a la Virgen de Guadalupe, trabajamos para transformar corazones y vidas, con especial dedicación a aquellos que más necesitan acompañamiento y guía.

Cada una de nosotras, como consagradas enviadas a esta misión, asumimos con amor nuestra labor evangelizadora y nuestra vocación de enseñanza, haciendo posible que la Evangelización en estas tierras se desarrolle poco a poco. Con profunda entrega, respondemos a las necesidades espirituales y materiales de la comunidad, cultivando en cada corazón una fe viva y fomentando el encuentro con Cristo. Casa Misión Santa María de Guadalupe es para nosotras un hogar de esperanza y consuelo, donde hacemos presente el amor de Dios en cada gesto y enseñanza, guiando a niños, jóvenes y familias hacia una vida plena en la fe.

Toda obra evangelizadora y social de la Iglesia nace del llamado a responder con sensibilidad y compasión a las necesidades de nuestros hermanos. Esta historia de entrega y audacia evangélica refleja la intimidad de los corazones misioneros, que movido por el Espíritu Santo, se  arriesgan a trabajar con ahínco y a convertir un sueño en una realidad de servicio.

La Casa Misión Santa María de Guadalupe nació para responder a una necesidad urgente de la comunidad neybera; enseñar a amar a Jesucristo, especialmente a los niños y jóvenes. A través de sus dos obras educativas —el Politécnico San Bartolomé Apóstol y la Primaria Santa María de Guadalupe— y con su labor de evangelización, la Casa Misión ha formado desde sus inicios hasta ahora a los Hijos de Dios.

Con una presencia activa y cercana, las Hijas de María Inmaculada de Guadalupe acompañan a cada persona en su camino hacia el conocimiento y amor de Cristo, sembrando esperanza y construyendo un legado de fe y servicio en Neyba.

Dejando
huella

Nuestro servicio

“Una vida gastada para extender el Reino de Cristo”

El apostolado de las Hermanas Hijas de María Inmaculada de Guadalupe es un ejemplo vivo de amor y compromiso, donde las barreras geográficas y culturales se desvanecen frente a su misión. Su labor trasciende fronteras y se convierte en una sinfonía de amor que toca cada aspecto de la vida comunitaria y religiosa en Neyba. Con una entrega apasionada a la educación, evangelización, formación de agentes de pastoral y servicio a las comunidades, su labor es como un río de generosidad que infunde vida y esperanza a su paso.

A través de diversas iniciativas y programas, estas misioneras incansables juegan un papel esencial en la construcción de una sociedad más justa y fraterna en Neyba. Su misión se centra en educar corazones en la fe, los valores cristianos y el amor maternal, inspirado en Santa María de Guadalupe. Como catequistas, forman a niños y jóvenes en la fe católica y preparan a los miembros de la comunidad para recibir los sacramentos, guiándolos en su crecimiento espiritual y personal. Sus programas incluyen formación humana, catequesis extraescolar y un acompañamiento cercano que fortalece su relación con cada niño y joven.

El apostolado de las Hermanas se extiende a los barrios de «Los Cocos» y «Cachón Seco», y a comunidades como «La Colonia,» «El Estero,» y «El Copey.» En estas áreas, se ha llevado el primer anuncio del Evangelio y se promueve la formación de comunidades de fe, además de la misión de Semana Santa, fomentando así un profundo sentido de comunidad y solidaridad entre los habitantes.

En las parroquias de San Bartolomé Apóstol en Neyba y Nuestra Señora de Fátima en Galván, las Hermanas también desempeñan un papel activo en la vida religiosa y comunitaria. Su labor pastoral incluye catequesis, organización de eventos litúrgicos, participación en el coro parroquial y la formación de agentes de evangelización, junto con acciones sociales en favor de los más vulnerables. A través de esta extensa labor, contribuyen de manera significativa a la formación espiritual de los fieles y al fortalecimiento de la vida comunitaria en las parroquias, dejando una huella de fe y esperanza en cada rincón de Neyba.

Testimonio misionero

Cesta de compras