La Virgen de Guadalupe se apareció al indio Juan Diego, un campesino y hombre del pueblo, eligiéndolo como su mensajero en un acto de profunda inculturación. Al dirigirse a él en su propio lenguaje y contexto cultural, la Virgen rompe con los paradigmas de la época, eligiendo a un macehual en lugar de un español de rango o un indígena noble. Ante este ejemplo evangelizador, las Hijas de María Inmaculada de Guadalupe son impulsadas a llevar el mensaje del Dios por quien se vive de una manera sencilla, respetando la dignidad y los profundos valores de este bello pueblo Rarámuri.
La misión en esta Diócesis de la Tarahumara, única en el país con el enfoque “AD GENTES,” representa un gran compromiso. A lo largo de los años que hemos trabajado en esta misión, hemos descubierto los caminos que Dios va dirigiendo a nuestra Congregación, revelando que, como Hijas de María Inmaculada de Guadalupe, somos misioneras enviadas para servir y acompañar a esta comunidad en su caminar.
Cada encuentro con el pueblo Rarámuri es una oportunidad para aprender y compartir, enriqueciendo nuestra propia fe a través de la sabiduría y las tradiciones de sus costumbres. La misión se desarrolla en un ambiente de respeto y amor, donde cada acción se orienta a promover el bienestar integral de las familias, brindar apoyo educativo y evangelizador.
La presencia de las Hijas de María Inmaculada de Guadalupe en Guachochi comenzó con la invitación del obispo Rafael Sandoval, quien solicitó a la Congregación asumir la administración de la Escuela Répabé Rarámuri. Así, el 10 de agosto, las Misioneras de la Congregación de la Provincia Plancarte y Labastida llegaron a esta institución educativa de la Diócesis de la Tarahumara.
La Escuela Répabé fue fundada en 1966, cuando Monseñor Salvador Martínez Aguirre, primer obispo de la Tarahumara, solicitó a la Madre Guadalupe María Pérez, superiora provincial de la Congregación de Jesús María, la creación de un colegio católico para estas tierras. En respuesta, se envió un grupo de religiosas que llegó el 15 de agosto de ese mismo año.
En 1968, se fundó el Centro Escolar, comenzando con un grupo de preescolar. A lo largo de los años, las religiosas ampliaron la oferta educativa, inaugurando hasta la sección de secundaria en el año de 1999. Después de 43 años de servicio, la Congregación de Jesús María concluyó su labor educativa en 2011.
Desde entonces, se trabajó para asegurar la continuidad de la institución educativa. Un grupo de padres de familia formó la Asociación Civil Todos Hermanos A.C., que hasta el día de hoy apoya incansablemente la gestión de recursos económicos, garantizando así que el noble acto de la enseñanza siga siendo una realidad.
Y desde 2014 hasta la actualidad, las Hijas de María Inmaculada de Guadalupe se han entregado al servicio de la niñez y la juventud, así como a la evangelización del pueblo de Dios en estas tierras de misión “Ad yentes” de la Tarahumara, llevando a cabo su labor educativa y misionera.
«Sabe y ten por seguro mi hijo mío el más pequeño, que yo soy la siempre Virgen Santa María, Madre del verdadero Dios, Aquel por Quien vivimos, de El Creador de personas, de El Dueño de lo que está Cerca y Junto, del Cielo y de la Tierra.»
Nican mopohua
La misión de las Hijas de María Inmaculada de Guadalupe, además de su apostolado educativo, que es su enfoque principal, incluye el acompañamiento y la evangelización de la comunidad indígena de Caborachi, que significa «lugar de piedra bola.» Junto a la traductora Juana Gonzales Ceballo, las religiosas participan activamente en la catequesis extraescolar, formando a los fieles en sacramentos como la primera comunión, la confirmación, el bautismo y, en ocasiones, el matrimonio.
Una parte destacada de su labor es la metodología adoptada para trabajar con las mujeres Rarámuris, madres de los pequeños catequizandos. Al sonar la campana, estas mujeres se congregan en una capilla que actúa como «centro ceremonial,». Un espacio espiritual propio de los pueblos originarios. Durante estos encuentros, reciben un lienzo que bordarán cada sábado al ritmo del evangelio. Las hermanas se esfuerzan por traducir y contextualizar el mensaje, asegurándose de que sea significativo en la vida cotidiana de las participantes y respetando sus culturas y tradiciones.
La participación de nuestras misioneras en esta misión es un claro ejemplo de sinodalidad. Ellas se integran al proyecto evangelizador de la diócesis, colaborando con un gran equipo compuesto por sacerdotes, consagrados de diversas congregaciones y laicos comprometidos. Juntos, forman una auténtica familia evangelizadora con un único objetivo: anunciar el Evangelio. Cada uno, desde su propio carisma, contribuye a la evangelización en estas tierras, integrándose a un proyecto que respeta las tradiciones locales y manifiesta una firme voluntad de servir al pueblo Rarámuri.